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Entré por las puertas dobles de cristal esmerilado a la abandonada sala de recepción de la oficina donde papeles ya olvidados levantaban el vuelo ayudados por la tenue corriente de viento que se filtraba por los agujeros de la ventana. Dos semanas demasiado tarde – encendí un cigarrillo – ¿Cómo saberlo?


Afuera caía la lluvia y mis anteojos se habían empañado…en la parte de atrás, sentada en uno de los cubículos estabas tu, con tu falda café – me quité los lentes y los limpie con la puntad e la corbata – y el pelo sobre la mitad de tu cara, levantaste la mirada y viste la puerta por la que entre hace un momento; sonreíste carente de cualquier otro gesto que pudiera demostrar tu decepción, o tu olvido no lo se; en la radio la voz suave cantaba “…se que nuestro amor es verdadero, con los años que me quedan por vivir…” – “…demostrare cuanto te quiero” dije contemplando la canción que seguramente cantaste ese día -…giraste la silla, tomaste tus cosas y te marchaste temprano ese día…y nadie mas supo de ti. – revise el cubículo, que más podía hacer, de cualquier modo no tenia nada mas que hacer por el resto del día y encontré una vieja foto mía; aunque no recuerdo cuando la hiciste, y ahí estaba yo, años mas joven, fumándome un cigarrillo tal cual lo estoy haciendo ahora, pero en la foto estábamos en el bar y casi alcanzas a aparecer en la esquina de la foto; una envoltura de chocolate y una cuantas monedas…ese es todo el recuerdo que dejaste aquí.




“se que aun me queda una oportunidad, se que aun no es tarde para recapacitar…” – cante por lo bajo al salir del edificio a la lluvia y a la calle que había borrado las huellas que dejaras hace dos semanas…