Monday, January 16, 2006

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Despertó sobresaltado y se sentó en la cama, pensó un cigarrillo y observó a través de la cortina el pálido resplandor del amanecer sobre la ciudad, solo traía un sentimiento de…nada sería lo más acertado. No era tristeza, ni melancolía o regocijo era eso, nada, como si estuviera discapacitado afectivamente. Se vistió en la penumbra de su oficina y despertó a la computadora que soñaba placidamente con bits y procesos no lineales. Nada aún, no lograba concretar una sola pista, después de tres años estaba igual que el día en que comenzó, pero claro que antes la vida era más fácil, en ese entonces estaba acompañado de…de…bueno, algún nombre tendría y por supuesto un rostro también, pero no podría recordarlo aunque su vida dependiera de ello. Buscó con el resplandor del monitor el camino al refrigerador y tomó la cerveza que había dejado a medias ayer, la termino de un trago y después eructo placidamente. Regresó sin mucho entusiasmo a la computadora y después de unos frustrantes minutos se metió a bañar, al rasurarse se cortó la cara y contemplo como la sangre se diluía en el agua jabonosa del lavabo, pensó en lo similar que era eso a su existencia, la eterna disolución en un mundo desintegrado, sin raíces, solo fluía y continuaba esto hasta el punto que esta mas allá de sobrevivir cada día; el sobrellevar la existencia de uno fuera de la realidad del contexto, como un mar de silencios que se estrellan contra la roca de la indiferencia. Al salir del baño se dio cuenta de que estaba parado en la barra del bar, contemplando como el hielo se disolvía con el whiskey. “Soñando despierto otra vez “dijo en voz baja, la mujer que atendía la barra solo pudo fingir una sonrisa amable que cobijaba un sentimiento de lástima mezclado con algo de asombro

Se sentía cansado y ya había obscurecido, tomó su gabardina, salió a la calle, recibio el abrazo de la incipiente llovizna y bajando la cabeza se dirigió a su oficina. “El hombre es fuego y valor…” Palabrería barata que había recogido en la portada de alguna revista. Compró cigarros en el estanco, el cual se encontraba en contra esquina del edificio donde estaba la oficina, y después de abrirlos encendió uno y comenzó a cantar.



“Besar tus labios quisiera” dijo en un tono un tanto apagado. ¿Cómo?- contestó la joven mujer de ojos dorados con quien conversaba. “Disculpa estaba distraído, lo que quería decir era que, me sentiría honrado si compartieras un café conmigo después de salir de aquí” Dijo un tanto nervioso y emocionado, ella sonrió y respondió…Se golpeó el codo con el marco de la puerta de la oficina, “Otra vez divagando”, esto podía costarle muy caro en el futuro.
“Alguien dijo que el futuro es el país sin descubrir.” Pensó en ella sin tratar de buscarla por medio del teclado, contemplando el vacío del monitor de la computadora apagada, con un gesto de resignación encendió la maquina…y contemplo con una sonrisa la pantalla de LCD del teléfono celular que anunciaba la llegada de un mensaje. ¡Solo podría ser de ella¡ Tomo el celular y sus dedos frenéticos lo llevaron a través del intrincado camino de operaciones que lo llevaría a leer el mensaje que le daría una sonrisa estúpida en su cara, el mensaje decía…Tos, esa maldita tos, herencia de los cigarros importados que tanto le gustaban. Cuatro treinta de la madrugada, la hora de los insomnes, la hora de los solitarios que se han vencido a una existencia apartada del resto de la humanidad, que esperan un mensaje, un correo electrónico que los haga salir de su mutismo, “una mierda” dijo para sí. El mutismo es la virtud de aquellos que han sido vencidos por el amor sin correspondencia- encendió un cigarrillo- y ella dijo “no fumes…al menos hazlo por mi…o fuma menos” y sonrió con esa sonrisa que es como el aire fresco después de haber respirado el aire viciado del resto de la humanidad, el sonrió y contestó. “Lo entiendo, me están despidiendo, no hay ningún problema, lo único que me causa tristeza es”… el hecho de no verla cuando baja por las escaleras y me sonríe. “Mañana será un día como los demás, a excepción que aprenderé a extrañarla, a vivir mis días sin su sonrisa… solo si yo así lo deseo” “… estoy satisfecho con mi proveedor de servicios de Internet y no deseo otro servicio, le agradezco su tiempo.” Colgó y bebió de su cerveza al tiempo que el cigarrillo se convertía en una horizontal columna de olvido, miró alrededor… era el mismo restaurante de costumbre, solo que estaba ella. No había mas que decir, ni que buscar y mucho menos que esperar, después de estas palabras nada seria igual para el, una vida de encierros, de negación de su humanidad llegaría a su fin. Tres palabras contenían años de silencios, de miedos sin resolver y, sobre todo esto, años de gritos de su corazón callados a la fuerza y ahogados en un mar de cerveza con whiskey, bilis y sangre. Siempre lo mismo cuando se desesperaba, otra vez los papeles en el suelo, arrugados, semejando planetas sobre la constelación de manchas que era el suelo de su estudio, hojas de una agenda que le resultaba demasiado conocida pero que no podían ser contenidas en ningún contexto que le resultara familiar. Dejó la cerveza a un lado, sin abrir y la contempló como si fuera una serpiente, eso era, una serpiente que le invitaba a probar del árbol del bien y del mal, del árbol de la ciencia. Tomó una de las hojas de papel del suelo y con poco trabajo la alisó, leyó un único mensaje escrito en estridente tinta roja: “Respira, vive, sonríete y después que estés lleno de ti, búscala y encuéntrala” ¿Cual es el concepto por el que se mide lo lleno? ¿Las expectativas de los demás? ¿O acaso será el saber que uno ha hecho hasta lo imposible por cumplir todos esos sueños y deseos que, de manera necia, nos van inundando el corazón? “Seria mas honroso morir tratando que dejar de hacer por miedo” Concluyo para si mismo mientras un pensamiento melancólico le arrancó una sonrisa, cínica para los demás pero verdadera para el. Para el no habría mañana, ni adioses, el monitor parpadeo lentamente, mientras una delgada columna de humo salía del gabinete central de la maquina y se mezclaba con el ultimo cigarro que probaría en su vida, en el monitor 2 de la maquina contemplo su reflejo y el de su compañera de horas de desvelo, una colt 1911 que casi por voluntad propia se amartillo y… descargo un ultimo beso sobre la sien del detective.

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